aqui estoy...llegando

viernes, marzo 30, 2007

la desconocida...

comenzó el dia como siempre...la luz se colaba gris por entre el cortinado de gasa que habia seleccionado con mucho cuidado hacia ya tanto tiempo. Acostumbraba elegir con detenimiento cada elemento que necesitaba para usar en su vida cotidiana. Los muebles debian responder a su imagen de resistencia y austeridad, imagen que habia sido grabada a fuego por una vida llena de sacrificios familiares para lograr que sus hermanos y ella pudieran acceder a una buena educacion; puerta segura de ascenso social en la sociedad de mediados del siglo XX. El resto de los elementos necesarios para vestir su casa, los accesorios, respondian a la misma impronta: fortaleza, austeridad, elegancia clasica, de tal manera que no pasaran de moda y conservaran siempre el estilo. Lo de fortaleza y resistencia tenia por causa conseguir que el objeto perdurara en sus funciones el mayor tiempo posible, años, decadas, segun de que se tratara, que el paso del tiempo le diera una patina que incluso valorizara mas el bien. Austeridad como norma de vida, principio abrazado por necesidad en los primeros tiempos y mantenido como virtud cuando llegaron mejores vientos en el aspecto economico familiar. -Cuando se requieren bienes austeros, no se paga el precio de los oropeles, brillos y dorados innecesarios- todavia recordaba el tono seco de su padre cuando recitaba la misma frase a lo largo de los años.
Corrio las cortinas y confirmo que este dia tampoco tendria sol, lentamente se desplazo hacia la cocina para preparar el cafe, volvio hacia el baño y se detuvo ante el espejo. No queria mirarse pero la mirada se clavo en los ojos de la desconocida que tenia enfrente. Taladro con sus ojos los ojos que se le enfrentaban, desconocia esa mirada, desconocia esa cara, los rasgos no eran ni siquiera los de alguien remotamente familiar. Mientras miraba, los pensamientos corrian en la misma direccion del dia anterior y el anterior y el otro y el de mas atras. No recordaba exactamente cuando se enfrento por primera vez a ese rostro desconocido, pero estaba segura que cada vez que realizaba esta rutina matinal la desconocida tenia un rostro diferente.
Al principio buscaba su cara - la de la desconocida-en las vidrieras que la reflejaban cuando salia a dar su acostumbrada caminata matinal. Alli, en plena calle, transitando las veredas que le eran tan familiares como su propio departamento, la buscaba en los vidrios de las tiendas que abundaban en el barrio. Se veia a si misma con la imagen de siempre: vital, fuerte, segura de si misma, transitando la adultez con suficiencia y su rostro era el de costumbre, rasgos francos, firmes, con la mirada penetrante de sus ojos azules . Su autoestima estaba alta porque tenia en que basarla: habia hecho de su vida un rosario de logros, sin necesidad de apoyos ni buscando compañias que hubieran significado -a la postre - una cadena o un lastre para sus objetivos personales. Miraba su reflejo y estiraba su espalda un poco mas, para dar con la imagen estilizada que siempre habia idealizado. Satisfecha, continuaba su caminata.
El resto del dia se ocupaba de ordenar sus cosas para concretar el proyecto que tenia entre manos desde hacia un tiempo: retirarse para escribir su biografia donde desarrollaria con meticulosidad -la acostumbrada- la historia de su vida profesional, sus metas, logros, estrategias y tecnicas utilizadas . La parte personal no iba ser muy extensa porque eran muy pocas los datos que merecieran consideracion o interes. Su vida habia sido organizada en pos de su desarrollo profesional. Nada se habia interpuesto en sus metas ni en sus planes, nada improvisado, todo previsoramente dispuesto. Salvo el tema este que aparecio de improviso: la desconocida de la mañana, la que se asomaba a su espejo cuando ella iniciaba su rutina matinal, a la que escondia en un rincon de su mente en cuanto iniciaba su caminata diaria y no volvia a recordarla en toda la jornada.
El olor del cafe le llego como un llamado acogedor y familiar, se sustrajo a la penetrante mirada de la desconocida y salio del baño hacia la cocina. Iba con la distraccion propia del que se mueve en su ambito familiar, con la mente vacia, sin pensamientos de ningun tipo, solo respondiendo al llamado de los sentidos: el reconfortante olor de cafe, el sonido de la cafetera, la gratificacion que anticipaba iba a sentir al beberlo.Al cruzar la sala el reflejo de los vidrios que la separaban del inmenso balcon -un lujo de estilo en un edificio de arquitectura francesa-le devolvio su imagen.Al alzar la mirada, todavia ausente, sintio que se le erizaba la piel y un golpe en el pecho. Un golpe, el ultimo del martilleo de su corazon, supo que era el ultimo porque fue desacompasado de los millones de suaves martilleos habituales que su corazon habia golpeado desde que comenzo a latir, tan parejo, tan sincronizado, tan perfecto. Tomó conciencia que moria cuando vio la cara de la desconocida en la imagen de cuerpo entero que le devolvia el vitral de la puerta que separaba la sala de la cocina.
 
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